sábado, 29 de marzo de 2014

La "primera combatiente": ¿Cilia o María Corina?


¿Quién merece más, para usted, el calificativo de “Primera Combatiente” de Venezuela? Por si acaso, para quienes hayan reaccionado al título de este escrito con un vehemente “¡Guácatela!”, debo subrayar que no estoy sugiriendo ―o imaginando siquiera― ninguna clase de romance entre Nicolás Maduro y la célebre diputada opositora María Corina Machado. En realidad, lo que me condujo a este tema fueron los testimonios de la agresión ocurrida el 19 de marzo contra los estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la UCV. Estudiantes que, por cierto, no estaban haciendo pancartas ni planificando protestas. Muy por el contrario, se habían prohibido a sí mismos hablar de política[1], para que su reunión se concentrara en cómo reprogramar el semestre, después de un mes de angustias y contratiempos. Pero lo más insólito de todo no fue eso, que se les agrediera en el contexto más zanahoria o apolítico que se pueda concebir, sino el hecho de que  sus victimarios, además de encañonarlos, apalearlos y patearlos a placer, e incluso desnudarlos o desnudarlas... también les gritaban “¡fascistas!”[2]. Supongo que entre tantas otras ilustraciones, este colmo de la incoherencia o del cinismo debe ser la prueba más fehaciente de que la crisis económica e institucional del país ha venido acompañada de una maxidevaluación de las palabras, o de una quiebra general del lenguaje.

Por supuesto, comparada con la quiebra de nuestra moneda, la quiebra del lenguaje nos tiende a parecer secundaria o hasta trivial, pero hay muchas razones para pensar que la adulteración de las palabras es tanto o más perniciosa que la desaforada impresión de papel moneda inorgánico o de mentiritas. De hecho, son varios los afamados pensadores que han concluido que la aparición del fascismo y del nazismo en Europa pudo preverse si se hubiera prestado más atención a los abusos del lenguaje. En cierto modo, dice Alex Grijelmo resumiendo la perspectiva de esos autores, fueron las palabras adulteradas por el totalitarismo las que escoltaron a los tanques de la Segunda Guerra Mundial: “Las palabras manipuladas, en efecto, van por delante de las injusticias para abrirles el camino”[3].

Por eso, aunque a primera vista parezca frívolo ocuparse del vocabulario en medio de tantas muertes y violaciones de los derechos humanos, es importante reconocer, como lo advirtió hace tiempo Rafael Cadenas, que la pobreza del habla refleja la pobreza del pensamiento, y que la confluencia de ambas pobrezas tiene consecuencias incalculables[4]. O si se prefiere, como escribió hace unos días Marcelino Bisbal, es importante estar conscientes de que si bien los hechos pesan mucho, las palabras con las que nombramos e interpretamos a los hechos pesan todavía más. A lo cual agregó: “No ha habido discurso, transmisión en cadena de radio y televisión, declaraciones sueltas por aquí y por allá con motivo de cualquier cosa, donde el lenguaje no haya sido prostituido, donde las palabras no hayan sido convertidas en piedras lanzadas contra alguien o contra las 7.270.403 personas que pensamos distinto”[5].

María Corina Machado, frente al Comando de la Guardia Nacional
al culminar la Marcha de las Mujeres por la Paz
En ese orden de ideas, procurando aportar mi granito de arena a la ortopedia e higiene del lenguaje de los venezolanos, quisiera reclamarle al chavismo el desplazamiento de la expresión “Primera Dama”, por la de “Primera Combatiente”. Pues para empezar, si el chavismo es tan pacífico como dice ser, no se entiende que la consorte de quien ocupa la Presidencia se ufane ante todo de su belicosidad. Por otra parte, si lo que se pretende es que los venezolanos asumamos la confrontación como nuestro valor supremo, entonces todos tenemos el mismo derecho a hacerlo y el gobierno debe dejar de quejarse de los “violentos”, porque la Constitución no dice en ninguna parte que los venezolanos se deban dividir en combatientes versus pendejos, o en guerrilleros versus monigotes para tiro al blanco. Y si en definitiva vamos a tomar como modelo de conducta a la más valiente de nuestras mujeres, entonces no me parece que Cilia Flores, protegida como está por múltiples anillos de seguridad, incluyendo los cubanos, reúna puntos para superar ni siquiera el primer casting del novedoso certamen mediante el cual habríamos de elegir (preferiblemente sin la “ayuda” de Tibisay Lucena) a la mujer más combativa de Venezuela.  Al fin y al cabo, sus mayores victorias, hasta donde tengo entendido, consistieron en “enchufar” a más de 30 parientes suyos en la Asamblea Nacional, y luego a un sobrino como Tesorero de la Nación[6]. Todo un récord de nepotismo que no sólo mereció la condena de la oposición, sino también la de cierto sector del propio chavismo[7] ―vale la pena acotar―. 

Damas de blanco venezolanas disputándole
la Plaza Altamira a los militares
María Corina Machado, sin duda, sería una candidata mucho más fuerte al mencionado título. Bien sea por aquella ocasión en que le explicó a Hugo Chávez, en su cara, que lo que él entendía por expropiar equivale a robar, o por las tantas veces en que ha tenido que enfrentar toda clase de cobardes ataques contra su integridad física y moral. Pero es igualmente indudable que el número de las posibles candidatas es grande y la competencia sería harto reñida. Sin pretender que las voy a mencionar a todas, o en su debido orden, me imagino que entre las favoritas también figurarían Gaby Arellano, Lilian Tintori, Marvinia Jiménez, Rocío San Miguel, Rayma, Ligia Bolívar, Liliana Ortega y una larga lista de corajudas periodistas, como Altagracia Anzola, Jenny Oropeza o Mildred Manrique, así como una lista considerablemente más larga de madres, de abuelas y de jovencísimas manifestantes que, aun cuando no hayan recibido tanta atención por parte de las redes, han estado derrochando valor e integridad a raudales. 

Naturalmente, no se debe descartar que entre las candidatas con chance también pudiesen quedar algunas partidarias del oficialismo, pero para serles franco, como nunca veo a VTV, TVEs y afines, no se me ocurre a quién mencionar. Además, como en sus contramarchas no solo cuentan con comidas y bebidas espirituosas, sino también con escoltas y control de asistencia, parece claro que lo que se merecen serían más bien discretos diplomitas por “aseo”, “obediencia” o “disciplina”. Por otra parte, supongo que en algún universo paralelo, la Defensora del Pueblo, la Fiscal General y las magistradas del Tribunal Supremo arrancarían con ventaja, en razón de sus atribuciones, pero en nuestro caso tan peculiar, aunque las categorías suenen muy parecido, no se debe confundir a las más combatientes con las más complacientes.
 
En fin, así como en España, según Grijelmo, el franquismo “dejó inservibles muchos vocablos [incluyendo a la “patria”] que en el resto del mundo hispano siguen su camino sin problemas”[8], el chavismo, no conforme con arruinar fincas, fábricas, clínicas y hospitales, y dentro de poco también centros comerciales, arruinó además infinidad de palabras, como “bolivariano”, “colectivo”, “militar”, “mesas de diálogo”, “comisión de la verdad”, y hasta “paz” y “felicidad”. Ojalá, dentro de la necesaria reconstrucción de Venezuela que espero comience más pronto que tarde, nadie olvide incluir los tornillos verbales y los sacos de cemento lingüístico indispensables para recuperar las virtudes del país que en otros tiempos solíamos adjetivar y sentir como el más “chévere” del mundo.     




[1] Avendaño, E., y Lugo, A. (2014, 21 de marzo). “¿Quiénes son los que quieren tumbar al gobierno?”. El Nacional, p. 4.
[2] Molina, T., y Hernández, J. (2014, 21 de marzo). Me dio tan duro que me dejó marcada la suela de su zapato. El Universal, disponible en http://www.eluniversal.com/caracas/140321/me-dio-tan-duro-que-me-dejo-marcada-la-suela-de-su-zapato
[3] Grijelmo, A. (2000). La seducción de las palabras. Madrid: Santillana, p. 124.
[4] Cadenas, R. (1984). En torno al lenguaje. Caracas: Universidad Central de Venezuela.
[5] Bisbal, M. (2014, 14 de marzo). El Nacional, disponible en http://www.el-nacional.com/marcelino_bisbal/quiebra-palabras_0_371962964.html
[6] Vinogradoff, L. (2013, 2 de diciembre). Una primera dama de armas tomar. El bochinche venezolano [Blog]. Disponible en http://abcblogs.abc.es/bochinche-venezolano/2013/12/02/una-primera-dama-de-armas-tomar/
[7] Ayala Altuve, D. (2011, 2 de septiembre). Clan Flores fuera de la AN. TalCualDigital.com. Disponible en http://www.talcualdigital.com/nota/visor.aspx?id=57908&tipo=AVA
[8] Grijelmo, Ibid., p. 198.

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